CONTADOR

sábado, 10 de octubre de 2009

SER NIÑO Y SENTIR VEJEZ


SER NIÑO Y SENTIR VEJEZ

Como cada ciclo, un alma nueva
llama a la puerta de un hogar
golpeando cansina y verdecida
al comienzo perenne de cada despertar.
Aún es temprano, y como de reflejo
un llanto asoma a sus labios
para calmar los oídos anhelantes que esperan su sonido desvalído y hueco.
El destino, o tal vez con la edad creciendo
está marcando particulares muecas de la vida
en sus entrañas,
y a cada paso dado, un mar de curiosidad.
Quizá está creciendo en un mundo
que lo va convirtiendo pasivo, artificial
prefabricado, sumergido en una estrella
de caracteres difusos.
Para dar redondez a la masa
en su atmósfera de pequeñas hazañas
ignora la fría verdad, a veces extraña
del sentido crítico de la vida, desde su tierna infancia.

Cuanto de mimado tiene por saberse protegido
es mayor su expresividad que el simple canto
de una lejana madurez aún no lograda.

Ser niño y sentir vejez... algo tan distante!
algo por lo que su ser todavía no pasa
aunque para otros, la infancia
deja de ser realidad para trocarse en quimera,
pasar de su despertar a otra etapa.
Niñez... palabra escrita eternamente
palabra perdida en mil semblanzas.
Esa infancia, que de ingenuidad
lleva manchada la frente
vuela y hace morada en la fantasía
acompañando a héroes y bufones
en correrías a través de la imaginación.

Pasa la infancia, la adolescencia asoma,
la niñez se está despidiendo
diciendo adiós desde la alcoba,
dejando las páginas de un libro
que un dia comenzó con prólogo
y su primer capitulo va completando la obra...
Ser niño y sentir vejez
es frase muy honda por dentro
tan desigual en conceptos
como compleja en sus causas.
No sé si puedo hablar como un niño
o es que yo mismo me doy la espalda.
Mi niñez, que se escurrió como el agua
fue marcándome la pauta
coleccionando esperanzas.

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