CONTADOR

martes, 15 de septiembre de 2009

BEETHOVEN y su sordera


LA SORDERA DE BEETHOVEN
D. Angel Carrascosa, en su libro sobre la vida de Beethoven, nos ilustra sobre la enfermedad :

...en su interior y sufriéndola en solitario sentía Beethoven gestarse una inminente y terrible tragedia de consecuencias imprevisibles. Así lo expresa parte de su música de principios del siglo XIX (sin que los oyentes pudieran adivinar la causa) y así se lo comunicaba por carta, por fin, a un amigo, su entrañable Franz Wegeler, en junio de 1801. Tras hablarle de sus éxitos, le espeta:

“Pero ese demonio celoso, mi perversa salud, me está jugando una mala pasada: durante los tres últimos años mi oído está debilitándose más y más. (…) Ahora me siento fortalecido y mejor, pero mis oídos continúan zumbando y gimiendo de día y de noche. Debo confesar que llevo una vida miserable. Durante casi dos años he dejado de asistir a mis obligaciones sociales, porque no puedo decirle a la gente: ¡estoy sordo!. Si tuviese otra profesión podría afrontar esta enfermedad, pero en la mía es un inconveniente terrible (…) ¡La resignación, qué desdichado recurso! Sin embargo, es lo único que me queda…”

La sordera prosiguió su avance y llevó su desesperación a límites verdaderamente crueles y terribles, como muestra la carta que escribió a sus hermanos en octubre de 1802, y que es conocida como 'EL TESTAMENTO DE HEILIGENSTADT' (el nombre de la pequeña ciudad, próxima a Viena, donde la redactó).
Comienza así:
¡Oh, hombres, que me tomáis por huraño, insociable o misántropo, qué equivocados estáis! ¡No conocéis la secreta causa de lo que me hace aparecer como tal! Desde la niñez mi corazón y mi alma desbordaron tiernos sentimientos de buena voluntad (...) y generosidad. ¿Cómo me hubiera sido posible declarar la flaqueza del sentido que debía ser en mí más perfecto que en los demás? Un sentido que antes poseía en el más alto grado de perfección, una perfección que pocos han alcanzado alguna vez en mi profesión (...) Me veo obligado a vvir casi solo, como el desterrado (...) cuando me acerco a la gente, un intenso temor se apodera de mí, porque me veo expuesto al peligro de que se descubra mi estado (...) Qué humillación para mí cuando alguien que está a mi lado oye a lo lejos una flauta y yo no oigo nada, o alguien oye el canto de un pastor y yo tampoco oigo nada. Tales hechos me llevan a la más extrema desesperación, y poco faltó para que pusiese fín a mi existenia por mi propia mano. ¡Sólo mi arte me ha detenido! Porque me era imposible dejar el mundo antes de haber creado todo aquello que sentía en mi interior. Es por esto por lo que vengo prolongando esta vida miserable.

Concluye pidiendo a sus hermanos que, cuando muera, hagan público este documento

...para que el mundo pueda reconciliarse conmigo después de mi muerte (...) Oh, Providencia, concédeme al menos un dia de pura alegría... ¡hace ya tanto tiempo desde que sentí auténtica alegría en mi corazón! Oh, ¿cuándo, cuándo, oh Dios, la sentiré de nuevo? (...) ¿Nunca? ¡Oh, no, eso sería demasiado cruel!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario