EL BANDO DE LA QUEIMADA
(o cómo espantar el mal con cierta saña solapada)
Henos aquí, a la lumbre queimadense
portadores de plurales y legítimos anhelos
donde el que puede debe ser porque piense
que deseos conjurosos oigan los cielos.
Sopesemos de los males su grosor,
envainémonos la espada del rencor,
pues sobrevivir a todo esto
es más que pesado, molesto.
Si en buena lid Antonio azuza la candela
con todas nuestras mentes puestas
en aquello que inmisericorde desconsuela
al fuego purificador lancemos mil cestas.
Sepan y vieren aquellos todos, los de la gleba
que acudan a nuestra unánime llamada
pues menester es que desta queimada beba
y brinde por el triunfo de otra batalla ganada.
Paco Rodríguez, XII-2002
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