Según parece, de Persia es originario este breve diálogo en el que aparece Jesús.
Era un dia de verano.
Jesús bebió agua de un limpio riachuelo y la encontró deliciosa.
Llegó una mujer, sacó agua del riachuelo y la vertió en un cántaro.
Jesús, que seguía con sed, le pidió un trago de agua a la mujer.
Ella le hizo beber del cántaro.
Pero Jesús encontró un gusto amargo en el agua.
Dijo:
.-El agua del riachuelo y la del cántaro son las mismas.
¿Por qué me parece dulce la del riachuelo y amarga la del cántaro? ¿Qué misterio es este?
.-El cántaro tomó la palabra y le dijo: -Es porque soy viejo. La tierra de la que me hicieron ha sido trabajada muchas veces desde la antigüedad. He sido vaso, plato...
Y todavía me podrían dar mil formas en el futuro sin que perdiese esa amargura que notas en mi agua, y que es la amargura de la muerte.
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